
No recuerdo cuando fue el último día que pasé sin escuchar a
Mozart.
Hasta los días en los que no tengo tiempo para respirar, siempre, de
manera casi inconsciente, me veo envuelta por una de sus arias e
irremediablemente después, me siento bien. Esa es la magia de su genialidad; su
naturalidad, como todo surge de manera fluida, sin esfuerzo.
Mozart por Steve...