Inauguramos nuestra sección de MAESTROS con la Dra. Jesusa Vega, Catedrática de Historia del Arte Moderno y Contemporáneo en la
Universidad Autónoma de Madrid. Fue directora de la Fundación Lázaro Galdiano y
reconocida especialista de la historia del grabado y de Francisco de Goya. A lo
largo de su carrera ha ejercido una gran labor como historiadora del arte,
investigadora y maestra. Desde LA CONOCIDA queremos agradecerle especialmente esta
última faceta, en nombre de las que fuimos sus alumnas, y que ahora formamos
parte de la productora, su rigor, su cercanía, su disciplina y su manera
delicada y firme de hacer las cosas.
Gracias por enseñarnos esa cosa tan rara que es la
coherencia.
S.
LA DOCTORA EN HISTORIA Y TEORÍA DEL ARTE, JESUSA VEGA.
En esta entrevista nos desvela cuestiones relevantes en
torno al mundo del Arte, y aporta datos relacionados con la línea de su
investigación.
¿De qué manera ha
sido cuestionada la disciplina de Historia del Arte en el ámbito español? ¿Qué
diferencias existen con el ámbito internacional?
J.V: En mi
opinión, el cuestionamiento de la disciplina no ha tenido lugar tanto desde un
punto de vista teórico, fruto de la reflexión sobre su objeto de estudio y
función social, como desde el ejercicio cotidiano de otras disciplinas. El
creciente interés por el material visual y su progresiva incorporación a las
investigaciones de los estudiosos de otras disciplinas —sin duda los
historiadores y antropólogos, pero cada vez más los que se interesan por la
literatura—, han puesto sobre la mesa la actividad desarrollada por los
historiadores del arte españoles. El resultado de este interés ha devenido que
en muchos casos lejos de incorporarse los trabajos de los historiadores del
arte al corpus bibliográfico, lo que ha provocado es indiferencia, cuando no
rechazo, ya que ni los planteamientos ni los resultados daban respuesta a las
preguntas planteadas por estos investigadores interesados en lo visual. No
obstante, en el ámbito internacional también se aprecia un retroceso de la
Historia del arte en el mundo universitario, la desaparición de departamentos
autónomos es en mi opinión alarmante; algunos son absorbidos por los
departamentos de filosofía, otros por los de historia, pero todos son
suprimidos por cuestiones administrativas.
¿Qué opina de la crisis que experimentó la
carrera de Historia del Arte durante el proceso de Bolonia?
J.V: Probablemente
la crisis que experimentó la licenciatura en su proceso de reconversión de
Bolonia no reflejaba otra cosa que la realidad: el desinterés que ha existido
por los historiadores del arte por el pasado, presente y futuro de su propia
disciplina (ni siquiera celebramos el centenario de la primera cátedra en la
universidad española, en un país que vive de centenarios como escaparates de la
cultura). En un mundo en transformación donde cada vez se apela más al diálogo
el historiador del arte ha seguido firme en su defensa de las esencias con las
que se asentó en la universidad a comienzos del siglo XX: un conjunto
particular de valores y creencias ejercidas sobre un dominio —aquello que se
calificaba como obra de arte—, con una modalidad de investigación y una
estructura conceptual. La posible pérdida del grado sacudió algunas conciencias
y movilizó a unos cuantos —ni siquiera ante la posible invisibilidad hubo una
lucha unánime—; el ruido que se hizo fue suficiente para desestimar la
propuesta. Lamentablemente a continuación no hubo una reflexión profunda sobre
lo vivido, por lo que estamos expuestos a que ocurra de nuevo y no soy muy
optimista sobre los resultados.
Seguidor de Goya, El Coloso, Madrid, Museo del Prado |
"EL COLOSO" ACTUALMENTE ATRIBUIDO HIPOTÉTICAMENTE POR EL MUSEO DEL PRADO A ASENSIO JULIÁ, AYUDANTE DEL TALLER DE GOYA. JESUSA VEGA PUBLICÓ UN ARTÍCULO EN EL QUE APORTA PRUEBAS CONTRA ESTA DESCATALOGACIÓN DEL PRADO. |
¿Qué mejoras metodológicas
cree que pueden hacer los profesionales de este sector?
J.V: La cuestión
metodológica es fundamental en la actividad científica y basta acercarse a los
periódicos y medios de comunicación para comprobar que hemos vivido una
auténtica regresión en este sentido. Inexplicablemente se vuelve hablar del
“don” y el “ojo” como práctica principal y asociada a la historia del arte
cuando es obvio que ni en uno ni en otro caben la creación y transmisión de
conocimiento. Eso no quita que sea comprensible que ocurra, pues vivimos en una
sociedad donde el espectáculo, la charlatanería y el oportunismo dominan el
escenario de la comunicación. Inevitablemente pienso en Bourdieu cuando se
habla de esta cuestión. Como advierte en Homo Academicus, las oportunidades que
tiene cualquier historiador de “popularidad” en un tema de actualidad
disminuyen rápidamente con el tiempo (recordemos que el periódico de hoy será
el que llene la basura de mañana); pero precisamente tiempo es lo que necesita
el trabajo científico si quiere ofrecer un resultado de calidad (por supuesto
que el tiempo invertido no es garantía de la calidad, pero sí una condición
necesaria). Por esta razón no es ingenua la elección que se haga de la arena
donde se quiere debatir sobre los temas: si es en el ámbito mediático (esa ha
sido la elección por ejemplo del Museo del Prado en cuestiones fundamentales),
la academia está perdida porque necesita tiempo para analizar, estudiar y
enunciar su discurso. Dicho esto, en mi opinión la mejor manera para mejorar en
nuestro trabajo es volver a la obra de arte, entendida ésta como un artefacto
cultural, y al artista como ente creador inmerso en el mundo en que vivió, si
hablamos del pasado, o vive si hablamos de hoy. Se me ponen los pelos de punta
cada vez que oigo a mis colegas decir que lo mejor es prescindir de ambos, y
consideran innecesario escuchar a los artistas. Me da la sensación de que
estamos en un mundo barroco donde el historiador del arte añora ocupar el lugar
del artista. En el fondo una estrategia para el inmovilismo y el
atrincheramiento en la torre de marfil.
¿Por qué el historiador del arte sigue
teniendo dificultad a la hora de encontrar su lugar dentro de la nueva realidad
del patrimonio cultural?
J.V: Entre otras
razones porque todavía no ha asumido que el “patrimonio artístico” es parte del
patrimonio cultural, y aunque el criterio estético es el más antiguo en el
reconocimiento del patrimonio hoy no es el prevalente. Defender la autonomía
del patrimonio artístico y su superioridad es la manera que ha encontrado la
Historia del arte como disciplina de acotar su campo de estudio y, por
extensión, de reforzar la torre de marfil en la que se ha vivido casi desde un
principio. Lo queramos o no, todavía está vigente la jerarquía de las artes y
la idea de que el historiador tiene como objeto de estudio “la belleza”, al
margen supuestamente de un compromiso social pues éste contaminaría escenario
tan idílico.
PRESENTACIÓN DE JESUSA VEGA, COMO PARTE DE LA MESA REDONDA SOBRE LENGUA Y PATRIMONIO: CÓMO RELATAR Y DIFUNDIR CIENCIA EN EL TIEMPO (CANTABRIA CAMPUS NOBEL).
¿Cómo se manifiesta
la limitada práctica asociacionista de los profesionales de la Historia del
Arte en nuestro país?
J.V: Tampoco creo
que sea en esto diferente a lo que ocurre en otras disciplinas, es más debemos
andar muy a la par. En nuestro caso está el CEHA, que es una asociación
profesional. Probablemente el origen del CEHA —su fundación esta asociada a la
activa personalidad de Xavier de Salas académico de filiación anglosajona y
director del Museo del Prado—, hizo que nunca haya sido un referente, ni
siquiera una articulador, de la actividad profesional; por supuesto nunca ha
sido un interlocutor social. Por otro lado, la historia política de España ha
condicionado, como no podía ser de otra manera, la evolución disciplinar y sus
prácticas: cuarenta años de dictadura no se evaporan ni desaparecen por
decreto.
¿A qué se debe que
haya ido aumentando la complejidad de relaciones entre la Academia y el Museo?
¿Cómo se puede solucionar?
J.V: Tampoco sé
si la complejidad es mayor ahora que antes pues lo cierto es que en el pasado
eran los mismos y por cierto muy pocos los que participaban de uno y otro
escenario. Lo que no me cabe duda es que la razón es la falta de diálogo y esto
no sólo está ocurriendo aquí. En mi opinión las prácticas —a veces malas
prácticas— desarrolladas en el museo y los debates —a veces ausencia de
debates— que tienen lugar en la Academia no suponen la existencia de dos
historias del arte, sino que evidencian y expresan los conflictos que tiene la
disciplina en la sociedad actual, los cuales no son más que un espejo donde
poder mirar los conflictos que tiene la sociedad misma. En consecuencia, la
manera de solucionarlos es sentarse a pensar qué quiere de nosotros y de la
historia del arte la sociedad y darle una respuesta articulada desde la
academia y el museo; claro que para ello la disciplina de base del museo tendría
que volver a ser la historia del arte y no la economía.
¿Qué futuro cree que le espera a la Historia
del Arte?
J.V: No tengo ni
idea, me gustaría que fuera el mejor porque entonces significaría que también
lo sería para el resto. Quizás por la edad, quizás por lo que estamos viviendo
en estos momentos, soy incapaz de pensar en el futuro. Creo que lo importante
es hacer el presente pensando eso sí en las generaciones que nos siguen.
Probablemente en mi caso es más fácil porque como explico todos los años a mis
alumnos el patrimonio es intergeneracional y solidario y merece la pena
trabajar por y para él.
¿Qué aconsejaría a
los licenciados o graduados en Historia del Arte que quieren desarrollarse en esta
área profesional?
J.V: Que
disfruten y trabajen con entusiasmo sabiendo que muchas veces trabajo no es
igual empleo. Estoy segura que la mayoría tendrá que trabajar en cosas que nada
tienen que ver con la historia del arte, pero de todo se aprende. Por eso que
hagan lo que hagan traten de hacerlo lo mejor posible, con tesón y siendo
responsables, generosos y solidarios. A la larga, lo puedo asegurar, da enorme
satisfacciones.
Dentro del panorama
teatral, en la actualidad existen compañías que unen el teatro y la filosofía o
el teatro y la psicología. ¿Cree que sería posible aunar arte y teatro?
J.V: Hasta donde
yo sé siempre han ido unidos por lo que no habría razón para que se separaran
ahora. De hecho, cada vez hay más estudios sobre el pasado de esta relación.
Aquí, como en el resto de las actividades, lo único que hay que generar son
diálogos respetuosos y constructivos, donde cada profesional sepa encontrar su
lugar y se sienta cómodo en ese espacio. Quizás la cuestión principal sea
recuperar la profesionalidad pero para ello es necesario que la sociedad
recupere valores que han estado cotizando muy a la baja en los últimos años, me
refiero al estudio y el esfuerzo, justo lo opuesto a la operación triunfo.
Esta última pregunta
es un espacio libre por si quisiera aportar algo a los lectores de LA CONOCIDA.
J.V: Agradecerles
que me hayan dedicado su tiempo, si es que han leído hasta aquí. El tiempo es
lo más valioso que tenemos. No se puede malgastar ni un momento de la vida
porque ese no vuelve. Por esa misma razón no debemos nunca malgastar el tiempo
de los demás cuando nos lo dedican. Espero que leer estas líneas no sea un
tiempo malgastado para nadie.