lunes, 12 de octubre de 2015

LA ESPERANZA EN TIEMPOS DE CRISIS O LA CRISIS DE LA ESPERANZA de Yassin Serawan por Soraya García

La esperanza, "esa cosa con plumas que se posa en el alma", decía Emily Dickinson, y nuestra imaginación se lanza a recrear ese bello animal plumado, seguramente en tonos verdes, de canto delicado y persistente. No le vemos las uñas, no nos remontamos más atrás en el mito a la caja de los males de Pandora. ¿Es esa esperanza en que nos sucederá lo que deseamos la que deja que se pudran las situaciones? Esa Doña Esperanza con la paciencia de Penélope la que en tiempos de crisis (¿cuáles no lo son?) está como en su casa.


Tu llegas al Teatro Luchana, muy bonito por cierto, y no parece que estemos donde estamos, en el momento que estamos, en el planeta Teatro que habitamos. El decorado que ofrecen  esas salas es el de una ciudad civilizada que ama su cultura y cuida de ella, en lugar de la Tirana Villa que tiene a sus cómicos sin comer, la vampira que con una sonda del 21 nos tiene desangrados. Es esperanzadora esa entrada amable de ambigú  con camareros sonrientes y servilletitas negras en mesas de madera, atestadas hoy de gente, por cierto.
Subes a la sala, te sientas, empieza la función y empiezas a reírte. Te ríes y te ríes, pobres de nosotros, del color que la esperanza pone en nuestras vidas, del enmascaramiento que produce. Los personajes sufren, se destrozan, pero el público se ríe como si supiera de antemano que todo va a salirles mal, lo sabe por experiencia, lo sabe con la piel. Los deseos son ridículos, los afanes son grotescos, las relaciones  desastrosas. Hay, eso sí, una camaradería masculina, que produce compasión por lo errática que es en sus objetivos.




Y ahora  el poema es de Bukovwki: "¿de qué te ríes eh? ¿De qué mierda te ríes?"
Del trabajito, del chalecito, del cochecito, del viajecito al Caribe, de las tetas de silicona, de la juventud en conserva, del matrimonio-guerra que no termina, de la vida anestesiada, de la vida invivible, de nuestra absurda fe en que siempre tendremos tiempo para viajar, amar, ser…de nuestra creencia en que mueren los otros pero nosotros no lo haremos, a nosotros no nos tocará. Siempre habrá tiempo mañana para la dicha, siempre mañana…

Conclusión: somos idiotas sin remedio, y a cuanto más aspires en esta escalera de sueños que te propone esa vida, mas plazos tendrás que pagar y definitivamente más dura será la caída.
O sea, un espejo espejito puesto delante de nuestras caras, para el que lo quiera ver.
O tal vez si… tal vez… nuestra realidad gris sea la consecuencia de nuestra paupérrima forma de soñar…de lo influidos y dirigidos  que están nuestros sueños… de lo poco nuestros que en verdad son… de lo poco que tienen que ver con lo que somos…de lo poco que sabemos sobre nosotros mismos.


Los actores estupendos, la historia muy interesante, el teatro de lo más agradable. El público sale removido y comentando que es un hecho real sacado de las noticias, que pasó de verdad lo que nos cuenta Yassin Serawan


Pasó, pasa y pasará. Nos está pasando.

Soraya García