miércoles, 23 de diciembre de 2015

VACÍO por Asier Vázquez



Es como si una actriz pequeña se revelase e interpretara su obra en un
recinto horadado en una inmensa mole de tiempo que, por descontado,
excede nuestro sentido de la comprensión y los límites que demarcan
nuestros miembros y nuestro paupérrimo conocimiento de lo recóndito.
Dentro de esa mole cabe, por supuesto, el escenario y las sillas que
hay colocadas ante él, el edificio que acoge el teatro, la calle en la
que en algún momento, siendo aún terreno baldío, alguien decidió que
construiría casas sobre la tierra polvorienta, el barrio y, en última
instancia, el mundo y sus delicados goznes de espuma cuántica.

Se habla, como casi siempre, de lo que se dice y de lo que no, de
quién lo dice y por qué, y de quién dictamina las reglas, los
mandatos, la lógica. Y todo sucede entre iguales, que tangencialmente
modifican su postura o su lugar en la vanguardia errática de la
historia que todo lo arrasa y todo lo alumbra,aunque no siempre
podamos verlo.

Están, compartiendo un espacio único e inasible, por ejemplo,
Demóstenes y el autor de la obra, y la mencionada actriz, que pretende
creer que no dispone de un pasado, y los espectadores, todos tentando
como el griego la suerte o la gloria y la posteridad ante mares reales
o imaginarios que devoran nuestras palabras y nuestros sueños con la
subida de cada marea.







Pero como todo se resume y se explica y se replica en todo, es el
público igualmente mar ante el que otros gritan su fortuna o su
desdicha, fugazmente autor al recrear lo pronunciado sobre el
escenario tras los ojos, aliado de Demóstenes en su lucha quijotesca
contra la intemperie, partícipe de la danza dialéctica que la pequeña
actriz ejecuta.

Hoy es fácil decirlo. Pero no fue siempre así. Tampoco es un
sentimiento constante. Quiero decir que ahora sabemos, o al menos lo
intentamos, que el vacío no es más que esas cuerdas que unen a los
grandes animales a un palito endeble en los zoos del mundo entero. Es
evidente que bastaría un leve gesto de sus corpachones para ser
libres. Solo el desconocimiento de tal certeza los mantiene atados a
esa exigua prisión. Con nosotros pasa algo parecido. Pero la certeza
de que sabemos de la fragilidad del palo al que permanecemos atados lo
vuelve todo mucho más trágico.

Por eso su verdad, la de la actriz, y la nuestra, está sin duda en las
pausas, en los momentos en los que quedan patentes las cosas y sus
contrarios: los pájaros y el aleteo sin alas, la sucesión de frases y
el carraspeo de todas las historias que desean ser contadas, el
principio y todos sus reversos, el miedo al vacío y la belleza
inconmensurable de poder llenarlo de nosotros.

                                                                              Asier Vázquez





martes, 22 de diciembre de 2015

BALANCE por Sara Núñez de Arenas

2015 termina, o eso parece.
Así que haremos lo propio:

balance


1. m. Movimiento que hace un cuerpo, inclinándose ya a un lado, ya a otro.

BAILAR 
"Bundini, ¿vamos a bailar? ¡Si, vamos a bailar toda la noche"



       




2. m. Estudio comparativo de las circunstancias de una situación, o de los factores que intervienen en un proceso, para tratar de prever su evolución.


COMPARAR 
"¿A ustedes les gusta la Naturaleza? Ya, no se han detenido a mirarla"

         




3. m. Com. Confrontación del activo y el pasivo para averiguar el estado de los negocios o del caudal.

CONFRONTAR
"No se figuran ustedes lo oportuna que es esta lluvia"

         




4. m. Com. Estado demostrativo del resultado de dicha operación.

DEMOSTRAR 
"Quiero dedicar esto a mi abuelo, que me enseñó a bailar. -¿Donde está tu abuelo ahora?- En el maletero del coche"


        




5. m. Esgr. Movimiento que se hace inclinando el cuerpo hacia adelante o hacia atrás, sin mover los pies.

MECER 
"Ríete tanto que mi alma al oírte bata el espacio"  

        



6. m. Mar. Movimiento que hace la nave de babor a estribor, o al contrario.

MOVER 
"Caballeros ha sido un honor tocar con ustedes esta noche"


       



7. m. desus. Vacilación, inseguridad.

DUDAR 
"Y decir así que con un sueño, damos fin a las llagas del corazón y a todos los males"


        


2016, estamos deseando conocerte.



Sara Núñez de Arenas

miércoles, 18 de noviembre de 2015

NADIE por Asier Vázquez

SEÑORA X.- "¡Amelia! Qué haces aquí sentada, sola el día de Nochebuena"


Yo no sé si quien calla otorga siempre; o si su silencio es un ámbito
privado y profundo que le exime del dolor o la desesperanza; o si su
boca vacía de sonidos constituye un umbral de defensa insólito e
infalible que en ocasiones lo desgaja del mundo; o si, por el
contrario,  igual que sucede en el territorio de las palabras, se
enmarañan y se confunden los sentimientos ocultos bajo la piel propia
con los que exhalan casi sin percatarse los otros a su paso.

Tampoco sé si quien habla casi sin oposición con una aparente e
impecable entereza, socialmente promovida y aceptada, ufana desde su
pedestal de hielo, se cree todas las palabras manchadas de tiempo que
se sorprende esgrimiendo con violencia de veneno; o cuánto más podrá
soportar el asedio de las acechanzas y la traición; o si, por el
contrario, quisiera en realidad callar aunque no pueda porque aún no
sabe a ciencia cierta si debiera decir lo que dice o ir más allá.

También es cierto que el silencio de quien calla está veteado de
llanto y de canto, de risa, de una forma más densa y más ininteligible
de silencio. Y que quien no cesa de hablar soporta sobre si una
pesada carga de delirio y furia, los restos de la burla arrojada como
lluvia fina de polvo y su reverso la flaqueza que retorna, objetos que
fueron inocuos o lo parecieron en otro tiempo que ya no es este en los
que se reflejan como filos que hieren recuerdos y semejanzas.

Entonces, ¿quién es la más fuerte? Nadie, quizá. Porque ya se sabe que
la mano que asesta el golpe mortal se mancha invariablemente con la
sangre del asesinado y, al mismo tiempo, algo queda sedimentado en el
lecho de las venas del asesino de la muerte que acaba de impartir. Y
como sucede a veces, es aún demasiado temprano o incluso ya tarde para
que no se sepa aún quién fue quién en un momento encapsulado de la
historia. Es cierto. En ocasiones no basta con estar delante para
poder saberlo. Pero yo que ustedes bajaría las escaleras y aguzaría el
oído que el tigre ya empieza a entonar la melodía con su voz indomable
que muy pronto será silencio. Y, ¿lo escuchan? Alguien empieza a
pronunciar un nombre de mujer PAULATINAMENTE como si abriera una
compuerta interior...


ASIER VÁZQUEZ

lunes, 2 de noviembre de 2015

LAS CRÓNICAS DE MJ: “LA MÁS FUERTE” - A. STRINDBERG / SARA NÚÑEZ DE ARENAS


La fuerza puede presuponerse una cualidad. 
Algunos seres la poseen en grado extremo. 
Todo lo extremo conlleva un desequilibrio.

Si nos asomamos a la psicología de la fortaleza suprema, puede sobrevenirnos cierto hedor a depredador hastiado, fiera que no mata por hambre sino por deseo. Por poseer lo deseado, como si fuera posible tal cosa, como si la posesión de otro ser no fuera una quimera destructiva.



Las correas que controlan los accesos resultan insuficientes al que le late la fiera en las entrañas. De nada sirve lo razonable cuando se merodea por pensamientos devastados por el incendio de los celos, cuando la imaginación calenturienta no solo adivina sino que adelanta acontecimientos y se predispone
a impedirlos, cueste lo que cueste, caiga quien caiga. No importa qué motivos se enarbolen, nada justifica el ir contra natura.

Los actores, además, somos una casta aparte. Nuestra naturaleza de creadores nos predispone al amor y, al mismo tiempo, algo extraño a nosotros nos empuja hacia lo oculto. Se trata entonces de actitud: empeñarse en vivir o empeñarse en morir. Luego queda la opción de matar como resistencia ante la vida: la ley del más fuerte. O también la de enfrentarse a la vida sin escudo: apuesta del sensible.

Vivir es una ecuación peligrosa. Dependiendo del reparto de las incógnitas, puedes formar parte del planteamiento o del resultado. La Señora X, desde luego, resulta ser la que pone el punto sobre la i, incluso el punto y final. Todo ello a costa de su sosiego y de la infelicidad de más de uno. Porque, no nos engañemos, por mucho que se fuerce a alguien a permanecer al pie de nuestra existencia como a un perro, el pensamiento es libre, la imaginación vuela y se escapa de los controles más severos. El corazón se acelera o se para cuando le place. Nadie nos pertenece, es imposible. Ni siquiera nos pertenecemos a nosotros mismos. Cuántas veces hemos dicho eso de “no soy dueña de mí”. Así le pasa a X, sin que eso le sirva para justificarse. En su afán por conservar el marido, ha ido transformándose en una copia de su amante, se ha perdido a sí misma. Ella cree fagotizar a la Señora Y, hacerla desaparecer. Pero la risa espontánea y las lágrimas cálidas de Y, bien valen todo lo por ella vivido; su pasión sofocada, que no extinguida. Donde hay rescoldos hubo fuego, eso dicen. Sin embargo, X se perderá como el humo, sin dejar rastro. Ella argumenta lo contrario, juega al despiste, convence, pero sabe en su fuero interno de su falsedad.





“La más fuerte”, esta pequeña obra maestra de Strindberg ha sido estrenada recientemente en la sala de La Infinito, dirigida por Sara Núñez de Arenas. Subyace en este montaje un regusto misógino extraído de la paranoia del autor del texto, de sus obsesiones, que arrojan una luz aterradora sobre aspectos psicológicos del alma femenina, con la erótica como núcleo escondido y palpitante. En la obra, la batalla parece lidiarse entre las dos mujeres tan solo por la imposibilidad de ser conscientes de su centro vital, de su amor propio. Todo gira en torno al eje masculino, el motor que las mueve. Queda así convertida la mujer en apéndice prescindible para el hombre, inmersa en proceso constante de selección como objeto de consumo. Muñeca rota también la esposa, tanto como la amante.



Mucho nos resta que recorrer hasta borrar de la sociedad la lacra que supone el sentimiento de inferioridad y la falta de autoestima que abre la veda para que seamos utilizados, vejados, vendidos, explotados. Porque, no nos engañemos, está en nuestra mano cambiar las cosas. Sigue proliferando, extendiéndose hasta las nuevas generaciones, esa actitud sumisa y dependiente que genera en muchos casos el maltrato. “Carne de cañón”. Es tremendo el modo en que podemos faltarnos al respeto unos a otros por conseguir unas migajas de amor, o de supuesto amor, o de admiración o veneración. Como si la vida tuviese algo que ver con eso, como si nuestra supervivencia estuviera predestinada de antemano a la convivencia con un ser determinado y la rutina no supusiese la muerte de lo sagrado en el ser humano, y no fuese la existencia caleidoscopio cambiante y mágico. Si el hombre tiene apetencias diversas, también la mujer. El ser humano las tiene, sin distinción. La libertad del amor consiste en tomar decisiones ante la novedad y lo añejo. Y toda relación amorosa ha de basarse en el respeto mutuo. No digo nada nuevo, pero viene a colación con lo presenciado la otra noche en La Infinito.
Con una puesta en escena cuidada en los detalles, esencial a la par que elegante, daba comienzo la obra. La Señora Y recibía al público entonando una canción sobre un poema de Blake y realizando un juego de sombras con sus manos. La atmósfera creada era infantil, imagen de una supuesta inocencia, del pájaro cantor que sobrevuela el peligro, ajeno a la puntería de los captores. Se recreaba la actriz, Macarena Regueiro, en la belleza del instante, nos hipnotizaba con su voz y su semblante.



Buscando en la penumbra como un ave carroñera aparecía la Señora X, interpretada por Pilar Baeza Mora. Nos situaba así la directora en la perspectiva correcta: La Señora X, como una obsesa,  buscaba “Amelias” por doquier. Cualquier mujer de entre el público podría ser un proyecto de Amelia, tan solo con permitirse ambicionar las pertenencias de X, incluido el marido. ¡Qué vacío tan inmenso cosecha ese terror a la pérdida! Para llenar el vacío, un aluvión de palabras se iba desenredando como de una oscura madeja desde la boca de X, ya sobre el escenario.  La Señora X se transformaba ante nuestros ojos de amiga solícita en consejera y, de esto, en bruja. Hubo un magnífico momento, que no voy a desvelar aquí, expresionista y onírico, en el que X se adelantó para desvelarnos su verdadero rostro.
Se trata, por tanto, esta propuesta de dirección de Sara Núñez de Arenas, de uno de esos juguetes antiguos con automatismo propio que mantienen al espectador alerta y ávido de reiteraciones. En la contemplación del artificio teatral obsequiado, el público que observa creyéndose ajeno a la trama, se reconoce y se extraña al tiempo de sí mismo. Acabada la función, se espera por si hay un añadido, se resiste a moverse, adicto a la propuesta. Todo lo aquí escrito es el jugo extraído de este acto ético presenciado y de mis sobrecogidas reflexiones posteriores, preñadas y en busca de sentido. 




Ustedes son tan libres como cualquiera, está dicho, irán a verla o se perderán la oportunidad. Yo regresaré a La Infinito a disfrutar de Strindberg. Quiero comprobar la evolución desde su estreno. Tomen o no la decisión acertada,  no pierdan de vista los nombres de estas artistas. Me sentiré orgullosa siempre de haberlo advertido.








MARÍA JOSÉ CORTÉS ROBLES
MJ






"La más fuerte" de August Strindberg, continúa en noviembre: jueves 20.30 y sábados 21.00 en La Infinito.
Reserva tus entradas en lainfinito@lainfinito.es o en el 

687 90 75 60

lunes, 12 de octubre de 2015

LA ESPERANZA EN TIEMPOS DE CRISIS O LA CRISIS DE LA ESPERANZA de Yassin Serawan por Soraya García

La esperanza, "esa cosa con plumas que se posa en el alma", decía Emily Dickinson, y nuestra imaginación se lanza a recrear ese bello animal plumado, seguramente en tonos verdes, de canto delicado y persistente. No le vemos las uñas, no nos remontamos más atrás en el mito a la caja de los males de Pandora. ¿Es esa esperanza en que nos sucederá lo que deseamos la que deja que se pudran las situaciones? Esa Doña Esperanza con la paciencia de Penélope la que en tiempos de crisis (¿cuáles no lo son?) está como en su casa.


Tu llegas al Teatro Luchana, muy bonito por cierto, y no parece que estemos donde estamos, en el momento que estamos, en el planeta Teatro que habitamos. El decorado que ofrecen  esas salas es el de una ciudad civilizada que ama su cultura y cuida de ella, en lugar de la Tirana Villa que tiene a sus cómicos sin comer, la vampira que con una sonda del 21 nos tiene desangrados. Es esperanzadora esa entrada amable de ambigú  con camareros sonrientes y servilletitas negras en mesas de madera, atestadas hoy de gente, por cierto.
Subes a la sala, te sientas, empieza la función y empiezas a reírte. Te ríes y te ríes, pobres de nosotros, del color que la esperanza pone en nuestras vidas, del enmascaramiento que produce. Los personajes sufren, se destrozan, pero el público se ríe como si supiera de antemano que todo va a salirles mal, lo sabe por experiencia, lo sabe con la piel. Los deseos son ridículos, los afanes son grotescos, las relaciones  desastrosas. Hay, eso sí, una camaradería masculina, que produce compasión por lo errática que es en sus objetivos.




Y ahora  el poema es de Bukovwki: "¿de qué te ríes eh? ¿De qué mierda te ríes?"
Del trabajito, del chalecito, del cochecito, del viajecito al Caribe, de las tetas de silicona, de la juventud en conserva, del matrimonio-guerra que no termina, de la vida anestesiada, de la vida invivible, de nuestra absurda fe en que siempre tendremos tiempo para viajar, amar, ser…de nuestra creencia en que mueren los otros pero nosotros no lo haremos, a nosotros no nos tocará. Siempre habrá tiempo mañana para la dicha, siempre mañana…

Conclusión: somos idiotas sin remedio, y a cuanto más aspires en esta escalera de sueños que te propone esa vida, mas plazos tendrás que pagar y definitivamente más dura será la caída.
O sea, un espejo espejito puesto delante de nuestras caras, para el que lo quiera ver.
O tal vez si… tal vez… nuestra realidad gris sea la consecuencia de nuestra paupérrima forma de soñar…de lo influidos y dirigidos  que están nuestros sueños… de lo poco nuestros que en verdad son… de lo poco que tienen que ver con lo que somos…de lo poco que sabemos sobre nosotros mismos.


Los actores estupendos, la historia muy interesante, el teatro de lo más agradable. El público sale removido y comentando que es un hecho real sacado de las noticias, que pasó de verdad lo que nos cuenta Yassin Serawan


Pasó, pasa y pasará. Nos está pasando.

Soraya García

domingo, 9 de agosto de 2015

"De como dediqué mi vida al arte y cambió mi percepción sobre el mundo" por Victoria Alonso Yanes

No recuerdo cuando fue el último día que pasé sin escuchar a Mozart. 

Hasta los días en los que no tengo tiempo para respirar, siempre, de manera casi inconsciente, me veo envuelta por una de sus arias e irremediablemente después, me siento bien. Esa es la magia de su genialidad; su naturalidad, como todo surge de manera fluida, sin esfuerzo.


Recuerdo cuando fue la primera vez que escuché el Réquiem, durante mi más tierna infancia, de la mano de mi profesor de piano, Jacinto. 
Jacinto era uno de esos hombres que desprendía un aura atrayente y eléctrica, del tipo que sólo las personas con sensibilidad artística pueden irradiar. Y mi perra Nora debía notarlo, porque siendo de naturaleza arisca, se volvía loca, literalmente, cada vez que notaba su presencia cerca de la puerta de entrada. Y no era la única, su olor le precedía, olor a madera, a flores y a música. Era un hombre locuaz y dicharachero, de esos hombres que cuando aman algo lo hacen sinceramente y saben transmitirlo de una manera especial a los que les toca,  afortunadamente, estar bajo sus alas.




Con Jacinto y mis padres aprendí a apreciar la música clásica. Mi madre, que tocó el piano durante toda su vida hasta que llegó a la madurez, es una mujer a la que  su sensibilidad, a veces poco inteligente desde mi punto de vista, la tiene dominada de una manera maravillosa y desde pequeña supo transmitirme la pasión que despierta la música y el arte. 
Mi padre, por otro lado, es un hombre extraño de estudiar.
No le considero un hombre serio. Es un hombre bastante extrovertido y amable, con ojos bondadosos y afectos controlados. Sin embargo, es  reservado, hermético y casi misterioso. Detrás de su apariencia poco próxima a las artes se esconde una persona que, a pesar de no haberlo practicado, ama el arte, la ópera, el teatro y el cine. Con él escuché las primeras óperas y fue de la mano de La Flauta Mágica cuando comprendí que no pasaría un sólo día de mi vida sin escuchar al menos diez minutos de Mozart. Así fue como comencé a comprender que mi naturaleza artística me iba a acompañar toda la vida, formaba parte de mi ADN y es lo único sobre lo que no he dudado nunca y cuya pasión nunca ha amainado, al contrario, según he ido madurando y aprendiendo, ha aumentado hasta el punto en el que duele.




Tardé muchos años en madurar mi visión sobre Mozart , las óperas y el ballet. Mi entrada en la carrera de Arte fue el empujón que sin duda necesitaba. Nunca he sido muy práctica a la hora de decidir que estudiar, no he intentado seguir un hilo lógico, ni he seguido una estrategia. Solo he seguido mis sentimientos y mi entusiasmo y creo que es lo mejor que he hecho en la vida. Como trabajo de fin de carrera decidí hacer un estudio sobre las óperas de Mozart y encontrar un nuevo modo de relacionarlas. A pesar de que pensaba estudiar después arqueología y que sabía que hubiera sido más lógico  hacer el trabajo sobre algo relacionado con lo que posteriormente iba a hacer, no dudé en embarcarme en el proyecto.
Escuchar todos los días fragmento a fragmento todas sus óperas se convirtió en algo que marcaría mi persona.  Conocer a Mozart más profundamente cambió mi forma de ver el mundo. Cambió mi forma de pensar, de relacionarme y sobre todo de sentir. Con Don Giovanni conseguí ver aquello que hasta entonces ni siquiera sabía que existía, ahora entiendo, salvando las distancias, el éxtasis de Santa Teresa. Aunque no es algo exclusivo sólo de la ópera, ya que también lo he sentido bailando ballet, escuchando flamenco en vivo o pintando, si que es algo exclusivo de Mozart.



Mozart estuvo adelantado a su tiempo y por ello atormentado. Mozart supo acercar algo que no es tangible al mundo terrenal. Mozart supo mirar más allá y su visión perdurará para siempre. Mozart estará siempre en el alma de mi profesor de piano, de mis padres, en la mía y en la de cada persona que se haya acercado a él un poco más de lo normal. De él podría estar  hablando toda la vida. 

   


Lo más emocionante del arte es que no se puede expresar lo que se mueve en el interior de cada persona de manera completa. Es por ello, que el ser humano tuvo el impulso de expresarlo de múltiples formas y si algo tengo claro es que nunca dejaré de expresarlo, porque el arte es aquello por lo que vivo, por lo que me muevo y por lo que respiro. El día que no sienta electricidad en el pecho cuando baile, pinte, escriba o me ponga un aria de Mozart, sin duda habré muerto

Victoria Alonso Yanes

domingo, 19 de julio de 2015

Sincronías: LAS PLANTAS de Pablo Messiez, Estefanía de los Santos y yo.




Se deshace de un cactus que está muy golpeado, y ya sé que irá mal, que se equivoca. En este mundo hay que cuidar nuestras espinas.
Llama princesa a una orquídea que ha perdido las flores. No es tan tonta aunque vuelva a ponerse unas bragas manchadas.
Y habla y habla y habla por temor al silencio y por pena.
La pena es un castigo que no nos perdonamos.
Alicia se fue al pozo  por preferir a quienes nos lastiman y entonces me acuerdo de un poema de Ida Vitale, se llama “Amar a un conejo” y dice así: Te dieron un conejo/ te dejaron amarlo/ sin haberte explicado/ que es inútil amar/lo que te ignora.


Hay lluvias que no acaban, las provocamos nosotros por no saber amarnos.


Soraya García






LAS PLANTAS
Con Estefanía de los Santos
Texto y Dirección de Pablo Messiez
Ayte. dirección Alicia Calot
Teatro Lara

martes, 14 de julio de 2015

EL SUEÑO DE RESINES por Asier Vázquez

María José Cortés y Almdena Puyo

Creía Shakespeare, pienso que acertadamente, que estamos hechos de la
materia de los sueños. Si bien debemos deducir que cuando William
hablaba de sueño no solo se refería a lo que acontece ante nuestros
ojos cerrados cuando dormimos, o más bien a lo que se materializa
entre nuestras pupilas y el delicado telón de piel de nuestros
párpados. Tampoco creo que se refiriese a los momentos en los que no
contentos con lo que tenemos ante nosotros soñamos despiertos. Más
allá de todo eso, diría que quería que nos percatásemos de todo lo que
los seres humanos somos capaces de hacer, de toda nuestra
potencialidad poética, de todo lo que empuñando nuestra intención y
haciendo acopio de toda nuestra voluntad, nuestro tesón y nuestro
imaginario común podemos concebir y construir.

Escena de TANATORIO (ESDR) Pilar Baeza, María Pordoy, Rubén Martin, 
Pilar Serrano, Almudena Puyo, María José Cortés, Macarena Regueiro e Inma Garzía.



Yo, mucho menos profundo que el inglés, siempre me sorprendo
cuestionándome sobre los límites entre esto y aquello y los
consecuentes puntos de confluencia, con la esperanza de que siquiera
por oposición pueda obtener alguna conclusión válida y aplicable en el
día a día.  Me refiero a cosas como la realidad y el deseo, la utopía
y la distopía, la luz y la sombra. Sin embargo, antes o después mis
pensamientos casi siempre desembocan en ese territorio aún no
nombrado, que crece a cada instante dentro y fuera de nosotros
mediando entre el sueño y la vigilia, esa tierra de nadie en la que
todo y nada parece ser imposible y hasta se diría que inevitable.


Pilar Baeza y Rubén Martín Vegue




Los actores, admirables criaturas que exponen sus cuerpos y sus almas
en su eterna búsqueda inefable, parecen moverse siempre en esa franja,
o al menos en algo muy semejante, aunque aparentemente pisen un
austero escenario. Sentado frente a ellos, a tan poca distancia, lo he
visto claro, y todas esas divagaciones que expongo aquí se han
reflejado en sus palabras, sus silencios y sus gestos como en un
espejo que sin querer saberlo 

andaba buscando yo desde el otro lado de la ciudad. 
Y no he sabido discernir quién observaba o inquiría a
quién, quién improvisaba y quién no, o quién formaba parte de un plan
y quién de una deriva. También he recordado que igual que en la vida,
en sus improvisaciones no hay cabida para el ensayo, para el remiendo
de los actos fallidos o incompletos, para el regreso al comienzo de
las cosas, a  Ítaca o a la infancia. Como en El Sueño de Resines, una
vez entregadas las cartas no queda sino iniciar la partida, avanzar
hacia delante con lo puesto y confiar en la justicia del camino.



Almudena Puyo y Ángel Velasco

Al mismo tiempo que yo lo hacía les he visto dudar, perderse y retomar
porque se buscaban los unos a los otros en ese pequeño vacío que es el
escenario, sosteniendo enormes verdades y nimias falsedades terribles,
ataviados con una inmensa vulnerabilidad, esgrimiendo sus cuerpos
frente a si mismos, palpando con las manos y los ojos algunas de las
grandes cuestiones filosóficas de la humanidad: 


¿por qué querrán vivir aquí las golondrinas?, 
¿despertaremos de pronto alguna vez por la mañana en mitad de una vida?
¿será todo esto la antesala de una fantasía aún mayor?

                                                                                                           Asier Vázquez
_______________________________________________________________________________
                                                                                                           
EL SUEÑO DE RESINES es un proyecto de investigación y creación de LA CONOCIDA  en colaboración con CASA DE FIERAS y LA CASA DEL PRÍNCIPE.Con: Sara Núñez de Arenas, Rubén Martín, Soraya García Gómez, Alejandro Moranta Cifre, Marco Siebel, Marta Ansino, Mario Alonso, Inma Garzía, Aintzane Garreta, Pilar Serrano, Ángel Velasco, Estefanía Rocamora, Luciano Ciaglia, Sebastián Carmona, Mikel Aróstegui, Pilar Baeza, Almudena Puyo, Alba Pérez, Álvaro Puch, María Pordoy, Macarena Regueiro, Jaione Azkona, María José Cortés y Mario García. 





   

viernes, 26 de junio de 2015

LAS PAPARRUCHAS de CONCHI GÁMEZ




Creo que es la primera vez que escribo en público. 
Supongo que me da mucho vértigo saber que una vez cruzada la línea de lo privado a lo público no hay marcha atrás. Quiero decir, que después de compartir algo, una idea, un pensamiento, una opinión, lo que sea, automáticamente pasa a ser juzgado por los demás. Y eso, seamos honestos, aunque solo sea al principio, da vértigo (y el que diga lo contrario, miente).
Pues bien, hoy me animo a saltar esa linea y contaros todas las paparruchas que me plazcan. Es curioso, ahora mismo no se me ocurre ninguna, aunque pensándolo bien, esto podría ser perfectamente la primera paparrucha. 


   
Paparrucha Nº1
"Necesidad de contar por el simple hecho de contar"

Creo que muchas veces tenemos unas particulares ganas de hablar de cualquier cosa. Y digo particulares, porque se trata de esas veces que aunque no sintamos tener nada importante que decir, hablar, escribir, solo nos apetece eso. Digamos que si nos apetece decir "me estoy cagando" hay que hacerlo. Las cosas no tienen importancia, nosotros, le damos importancia a las cosas. Pues esto es así. A veces tengo ganas de hablar o contar sin más. Por eso os adelanto que nada de lo que leáis de mi os cambiará la vida, no esperéis encontrar argumentos sólidos sobre nada concreto, ni revelaciones sobre el ser humano ni hostias. Eso no va a pasar. Me limitaré, o mejor dicho me daré el gusto de contar por contar. Que no digo que un día no pueda tener un momento de lucidez y dejaros perplejos, pero de verdad, no lo esperéis, esos momentos en mí suelen ser bastante escasos. 




     

Paparrucha Nº2 
"Ayer pisé un gorrión"

Puede parecer un hecho bastante irrelevante respecto a lo que os hablaba antes, pero por supuesto que no, ya que va perfectamente en la linea de contar por contar. El caso es que pisé un gorrión. Ya estaba muerto, por si eso os alivia algo. La cuestión es que iba hablando tranquilamente y sentí al pisar, como mi pie se desplazaba. Vamos que se resbaló. Como cuando pisas una mierda, pues igual. Y eso fue exactamente lo que pensé. Pero para mi sorpresa, al levantar el pie del asfalto, lo que encontré fue un pajarito espachurrado en la carretera. Madre mía, me quedé helada. No lo maté yo, pero casi. Sentí como si lo hubiese rematado, como si lo hubiera incrustado mas aun en la carretera. Joder, que sensación. No la podéis imaginar. Bueno, si alguna vez pisasteis un gorrión sí, de no ser ese el caso, de verdad que fue horrible. Una mezcla entre pena y asco. Terrible. Sin contar con que mi zapatilla estaba llena de sangre del animalito.
En fin.
Lo primero que hice fue compartir el acontecimiento. Me dijeron que me acercara al pájaro y le recitara un poema, soplara al cielo y listo. Se reían de mi claramente, pero era tal mi estado que no dude en hacerlo. Fui de nuevo al lugar de los hechos. Le recite "¡A VOLAR!" de Rafael Alberti, uno de mis poemas favoritos, habla de muchas aves y nombra al gorrión, pensé que le gustaría. Luego sople al cielo y me pareció ver algo salir volando.
 Tras eso me quede mucho mas tranquila. Pero valiente tragedia, y ya no por mí, sino por el gorrión, que antes volaba y terminó por incrustarse en la carretera.


                              




Paparrucha Nº3:
"Historias que merecen la pena ser contadas"

Creo que todas las historias y acontecimientos merecen la pena ser contados. Como lo del gorrión. Quiero decir, no es que fuese de vital importancia, pero a mí me merecía la pena contarlo, era importante. Puede que le haya interesado a alguien, que se yo. Fíjense en Tennesee Williams con "Confesionario", cuenta las historias de un bar y su gente. ¿Quien puede imaginar que en su bar pueden sucederse infinidad de escenas de una obra de teatro?




En serio, no sean embusteros, ¿nunca les ha pasado, estar tomando una cerveza y pensar "Ay madre, si hubiese alguien grabando o escribiendo esto"?
O sencillamente van por la calle, andando sin más, y de pronto se topan con un loco borracho, que si te fijas, bien podría ser Max Estrella de "Luces de Bohemia". Lo que quiero decir, es que nunca sabes cuanta importancia pueden tener las historias que nos suceden, los personajes con los que nos cruzamos o lo que pasa a nuestro alrededor que nos da tanto miedo mirar.


Yo escribo para mí, por miedo a que lo que escribo no sea lo suficientemente importante para ser contado. Pero, ya basta ¿no? Que vivimos en un mundo que es puro teatro, como diría La Lupe. Todo lo que nos sucede merece la pena ser contado, escrito, filmado. Todo. Y parece que solo unos valientes están dispuestos a hacer algo con eso. 
Imaginaos por un momento que nos envalentonamos, que cruzamos la línea, que reestructuramos la importancia de las cosas y nos atrevemos a mirar de verdad. Imaginaos que nos decidimos a contar por fin lo que nos emociona. ¿No seria hermoso? Mil historias nuevas por segundo. Seria como si fuésemos autores de vida. Cada uno con su propio estilo y sus particulares Romeos y Calibanes, nuestras propias Juanas de Arco y Amarantas. 


PORTRAITS OF HOMELESS PEOPLE - Lee Jeffries















No creo estar diciendo nada nuevo, solo reitero lo que decía Lorca en su "Comedia sin titulo": la realidad empieza porque el autor no quiere que os sintáis en mitad del teatro, sino en mitad de la calle.

 De eso se trata, que el Teatro no está en el interior de un edificio con butacas y escenario, no existe teatro porque haya focos o plateas, ni siquiera actores ni utillería, mucho menos director... El Teatro existe porque hay historias que reclaman a gritos ser contadas. Hay sujetos que bien merecen unas páginas para ser escuchados y vistos. Están en cada uno de nosotros. Solo tenemos que empezar a contar. Dejarnos emocionar por lo que creemos que "no tiene importancia", entonces, estaremos haciendo teatro. Estaremos haciendo vida sin mas.

Conclusión: Todas las historias merecen la pena ser contadas.


PD. Queridos lectores, espero que hayan disfrutado de la lectura de mis paparruchadas. Para cualquier consulta les ruego me dejen sus comentarios a los que prometo contestar con agrado. Sinceramente suya: