sábado, 11 de octubre de 2014

TODA LA MEMORIA por Asier Vázquez


Del mismo modo en que la muerte se le parece a la vida y la justifica,
la explica y le da sentido, las palabras que se entrelazan y flotan
solitarias en el silencio sobre el escenario compiten contra el
cruento estruendo circundante y lo describen. Así, también, el
individuo despojado de todo artificio y oropel encarna la tragedia de
los pueblos, y el humor, como una cáscara brillante y efímera, oculta
el corazón negro de la historia y sus galones.

Bastan dos sobrios personajes, brotados del cuero de las llanuras de
España, y sus tristes circunstancias, para intuír la magnitud de todo
lo que apenas se cuenta, porque no es necesario, y de todo lo que
finalmente va a desatarse. Y es difícil saber quién guía a quién,
quién le abre los ojos a quién, quién condena a quién y a qué, quién
es más consciente y poseedor de la vida y sus aristas, quién está más
despierto o perdido... Aunque en realidad poco importe.

Todo para que, al final, nos veamos confrontados a la memoria que
inevitablemente ha de volver, aunque no siempre se quiera. La memoria
cristalina de los nombres, la memoria del silencio en las sienes, la
memoria del sable en la ventana, la memoria de los caminos que fueron
sangre, la memoria del exilio de las manos, y toda la demás memoria.



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