Se acercan los Oscar,
recientemente se entregaron los Goya... Son tiempos de reconocimiento
para el mundo audiovisual, y en especial el cine.
Desembarca en mi memoria mi primera
experiencia en la interpretación. Fue cuando tenía ocho años recién cumplidos y
tuve la suerte de tener el papel protagonista en la obra teatral. "El
príncipe y el mendigo". Yo era el mendigo que se convertía en príncipe y mi
amigo Tolo Vives compartía el protagonismo siendo el príncipe que se convertía
en mendigo.
Me ha hecho recordar lo bonito que es
interpretar, la magia que representa y la responsabilidad que conlleva. Sobre
todo eso, responsabilidad. La de hacer llegar a un público una historia. Y
ahora, que el mundo del guion me ha acogido es cuando más cuenta me doy.
Crear la mejor historia del mundo no
sirve de nada si no está bien interpretada. Incluso podrá estar regularmente
dirigida, pero necesita ser actuada y comunicada de manera excepcional.
Un actor reflejará una historia que
durante mucho tiempo ha sido amada y odiada por su propio escritor. Conseguirá
dar vida a unos personajes que habrán sido huéspedes y polizones dentro de la
casa del guionista. Hará el sueño realidad de su creador. Y hará que el
espectador detenga su realidad para sentir que está en un sueño. "La magia del cine" ¿Verdad?
Quizás por eso, los grandes actores
cobran lo que cobran. Porque trasmitir sentimientos en espacios cortos de
tiempo no está a la altura de cualquiera. Obligará a que el espectador
mire durante dos horas y lo admire durante toda una vida. Que en noventa
minutos, cien, los que sean, ese espectador pueda enrabietarse, reír, llorar y
que se vea con la necesidad de aplaudir tal esfuerzo. Algo inaudito en otra
profesión. Bueno, menos en la música y en el fútbol, que también ocurre. Pero
ambas son maneras de interpretar algo y sus mejores autores también están bien
remunerados.
Son profesiones que mantienen un pacto
con la eternidad porque consiguen, con su esfuerzo y trabajo, llegar y
quedarse. Y aunque pase el tiempo, siempre tendrán un hueco dentro de aquellos
a los que hayan dejado huella.
Al revés que un contable, por ejemplo.
Se me hace difícil imaginar que visar una factura quede grabada en la retina de
un proveedor o cliente. "Pásame por mail la factura del
2004, que quiero volver a verla, por favor". La verdad, no. O de
un político. Además este caso sería el claro ejemplo que hay muchas maneras de
acordarse de algo o alguien. En fin, dejemos la política a un lado...
En cambio, sí quiero volver a ver el gol de Sergio Ramos en Lisboa.
Sí quiero volver a leer cualquier libro
de Agatha Christie.
Sí quiero escuchar una y otra vez una
guitarra en directo.
Y sí, quiero volver a disfrutar tanto de
la interpretación de James Gandolfini en Los Soprano, que en paz descanse, como
la de Ignacio López en cualquier espectáculo de Impromadrid.
Alguien dijo que soñar es gratis. Yo
digo que hacer soñar también es gratis. Y así lo dicen los números, ya sabéis
que mi yo contable siempre me traiciona... Hay más de mil equipos que dan
cobijo a deportistas que no cobran, otro millar de locales que ceden su espacio
a grupos que no cobran y por supuesto otros tantos actores que actúan sin ser
remunerados. Y no imagino a contables que quieran ir a la oficina sin cobrar,
ni a políticos que...
Cómo iba diciendo, gente que sueña y
hace soñar. Gente a la que hoy doy las gracias por sus interpretaciones y su
manera de comunicarlas en todas sus vertientes.
Os doy mi cifra y mi letra. ¡De 10!
Gracias interpretación. Tenéis mi
palabra. Palabra de guionista.
Álex Viikiingo
Me encantaaaaas😘tis
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