Bueno... ¿Habrá pedido el deseo? -dice mami.
La pequeña Sabina nos mira a los ojos mientras aún está atónita con tanto revuelo alrededor.
La primera decisión que tomó fue nacer.
Bendita y valiente decisión, pues su nacimiento aportó a quienes esperaban su
llegada un plus en sus vidas. Unas vidas que cambiaron desde ese día y que se
desvivirán hasta la eternidad.
Valiente, porque se ha subido a un barco
en el que está prohibido bajarse.
Valiente, porque para andar por estos
lares, hace falta serlo, para que cada valla que se interponga en su camino,
sepa que hay que sobrepasarla. La podrá tirar, la podrá saltar o incluso
esquivar. Pero sí o sí, deberá aprender a verse en situaciones así y aprender a tomar la decisión de superarla.
Aprender...
Y digo decisión, a pesar de que al ser
pequeños, nuestras decisiones están más reducidas y estamos bajo el conocido
paraguas de nuestros padres y creadores. Pero yo sé que Sabina ha tomado muchas
decisiones durante este tiempo.
Sabina aprendió muchas cosas desde el día que inauguró su propia aventura,
porque cuando llegó, tan sólo sabía llorar y tampoco sabía la razón de por qué
lo hacía.
Sabina aprendió a reír.
Y Sabina aprendió a mirar a los ojos de
su madre.
Y un día decidió que podía mirarla a los
ojos y reír con ella buscando su dulce complicidad.
Sabina aprendió a sostenerse en las
piernas de mamá.
Y Sabina aprendió a tener equilibrio
apoyando sus manos y rodillas en el suelo.
Y un día decidió que podía ir de un
sitio a otro por sí misma, mientras mamá la vigilaba.
Sabina aprendió a caminar.
Y Sabina aprendió a caerse.
Y un día decidió que aunque se cayese,
se levantaría de nuevo.
Sabina aprendió a saber cómo se llama.
Y Sabina está aprendiendo a hablar.
Y ahora, Sabina está decidiendo llamar a
su madre hablando y dejar su llanto para cosas de mayor importancia.
Es la etapa más dura, a la vez que
apasionante, porque sabes que cada paso que da va a ser único y jamás se
repetirá igual. Y que muchas de las cosas que Sabina aprenda y decida durante
ese periodo serán la base de su futuro más inmediato y en infinidad de
ocasiones, sellará su manera de ser, de pensar, de vivir...
Sabina ha sido capaz de enseñar. Ha
enseñado a sus padres a aprender y decidir cosas en menos tiempo del que sus
ellos imaginaron.
Y como digo, el conocido paraguas de los
papis, estará el día de mañana para recordarle todas aquellos momentos o
situaciones en las que Sabina no ha sido consciente de lo que ha vivido. Porque
lo ha vivido tan rápidamente y con enorme pasión. Y sobre todo, porque lo ha
disfrutado en tiempo presente.
Porque durante ese tiempo el pasado no
existe y el futuro lo estás construyendo día a día.
La Conocida acaba de vivir todo lo que os he contado y estoy
seguro que sus padres van a recordarle todo lo que ha vivido este primer año de
vida, porque ha vivido cosas maravillosas y las ha vivido con pasión y en tiempo
presente.
Y por seguro que todo lo vivido, y todo
lo que actualmente va creando allá por dónde pasa, ha enseñado a sus padres que
se ha podido hacer en menos tiempo del previsto.
Y digo "allá por donde pasa"
como el caballo de Atila, pero en este caso Sabina y La Conocida por donde pasan
no es que no crezca la hierba, sino que además de crecer verde y hermosa, es
capaz de que broten flores que inconscientemente comprometan a la
gente a ser feliz estando a su lado.
¡Feliz cumpleaños Conocida! You'll never walk alone.
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